lunes, 12 de mayo de 2008

un poema de la Obra

Si quieres recordarte, siéntate:
respira,
Junta las manos
derecha sobre izquierda.
Crea un puente en los pulgares.
Presta atención a tu vientre, percíbelo.
Allí el caldero donde emerge el tú.
la luna, el sol y los demás destellos.

La luz va llegando desde el este, observa.

El sonido del mar se hace cercano.
El sueño y la vigilia, ambas se han fundido
No te distraigas, esto es sencillo no huele.
No sabe a nada, no tiene color, es agua.
Ése es el hilo. Lo vas notando lentamente.

Se expresa en el silencio la urdimbre de las voces.
Se va abriendo en la penumbra el rumor del aire.
Vital y grato. Siéntelo,
hazte el propósito.
Es invisible, no le tocas, no le puedes atrapar.
¿No será de amor Su aliento cuando al fin te encuentra?
Sigue respirando porque más de ti vas conociendo.
Más del suelo, del sillón, del edificio.
Más del parque, de la calle, de los autos.
Más de ese navío, de esas puertas. Ese tonel y ese garfio.
Lo íntimo del mar está en el viento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:)
"el poder de sanacion del arte"
que bien encontrar alguien
comprometido con lo que dicta el espiritu habitante del cuerpo.

maria claudia